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os Maestros Ascendidos a mediados del siglo XX
determinaron que la era de la tiranía humana que había dominado al hombre por
muchos siglos debía terminar y que entonces debían ser ellos los que regalaran
a la Humanidad
una “gran merced” que se conoce como el “pleno poder del diez mil por diez
mil”.
A través de esta ley todos aquellos que realicen
decretos crearán “una enorme e impelente aceleración” que moviéndose
rápidamente alcanzará las conciencias de los hombres y liberará la Tierra.
Es una Gran Ley Cósmica que tiene que ver con la
multiplicación geométrica del potencial de energía de esta octava a la
siguiente (o sea del nivel de la conciencia humana a la de los Maestros
Ascendidos) y el retorno de esa energía a la tierra (por el poder de los
decretos a nuestra dimensión) puede “efectuar enormes cambios que bendigan y
curen a todo el planeta”.
Si multiplicamos diez mil por diez mil el resultado
es cien millones y eso nos da una idea del poder infinito de Dios que una sola
persona decretando puede generar y en “la concentración de su energía por medio
de las invocaciones de la humanidad abajo (…) y de los Maestros Ascendidos
arriba”.
Este regalo de los Maestros, para aquellos que
logren comprenderlo es el “mayor poder benefactor jamás conocido por el
hombre”, capaz de generar cambios en el mundo de la forma tales como la
eliminación de enfermedades, la pobreza, la guerra, entre otros flagelos.
Para ser claros, cada estudiante cada vez que
realice un decreto de luz, “puede beneficiar a cien millones de personas”,
usando la palabra hablada y en el nombre de Dios YO SOY. Cuando haga el decreto
tres veces, se aplica el poder adicional del tres por tres.
Estas dispensaciones son difíciles de creer y
comprender por la gente común que no conoce el camino de la luz, porque no
alcanzan a dimensionar el poder de las fuerzas invisibles que de este modo se
hacen visibles a nuestro mundo y nuestra propia vida cotidiana.
De todos modos, estas gracias están disponibles
para nuestro uso y los Maestros sirven a la humanidad en el mundo físico, con
la condición que los hombres den sus “energías a las huestes de luz por medio
(…) de sus decretos”. “La energía que se descarga al dar los decretos es,
entonces amplificada por las huestes angelicales cuya ayuda se ha invocado”.
Para intensificar la acción de los decretos es
preciso el uso de los nombres de muchos seres cósmicos[1]
“pues cada uno de estos seres ascendidos ha exteriorizado una de las cualidades
específicas de Dios”.
Además debe tenerse en cuenta que el poder de
reunirse en grupo ayuda a aumentar la eficacia de los decretos, porque como
dijo Jesús “donde están dos o tres congregados en mi nombre, ahí estoy Yo en
medio de ellos” (o sea que la Ley Cósmica “El poder de tres” es más intensa que
el poder de uno). Desde las matemáticas la justificación es sencilla: mientras
que el cuadrado de uno es uno, el cuadrado de tres es nueve. Este es el
conocido “Poder místico del tres por tres”.
Las generaciones de hombres
de los últimos cincuenta años hemos recibido del cielo esta posibilidad de
utilizar leyes cósmicas capaces de acercarnos más a la trascendencia, que
antaño era un privilegio sólo de los elegidos. Ahora gracias a la intercesión
de Maestros como Saint Germain y El Morya tenemos a nuestro alcance, a través
de la invocación, el regalo de ver como Dios multiplica su poder y deja de ser
un Dios único para convertirse en los muchos en manifestación (o en manifiesta
acción).
Está en cada uno tomar la
decisión de practicar y extender lo más posible esta noticia tan grandiosa y al
alcance de todo el mundo que desee recibirla.
Adaptación del Libro “La ciencia de la palabra hablada”. Cap. 11 (Mark y
Elizabeth C. Prophet).
[1] Se refiere a la mención de Maestros ascendidos,
ángeles, querubines, serafines, etc. que se realiza generalmente en el
preámbulo de los decretos.
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